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Más de treinta tumbas encontradas en Jirzankal, en China occidental y a más de 3000 metros de altura, presentaban, entre otros objetos, pequeños braseros realizados en madera que contenían en su interior lo que a simple vista parecían piedras quemadas. Análisis químicos posteriores desvelaron que, además de las piedras quemadas, aparecían también restos orgánicos que no se correspondían con la madera del recipiente y que resultaron ser cannabinol (CBN), cannabidiol (CBD) y cannabiciclol (CBL), todos ellos componentes de la marihuana. Se trata de la evidencia de cannabis fumado más antigua encontrada hasta la fecha, pues los enterramientos datan de entre 2.560 y 2.370 años atrás.
Todo parece indicar que en el brasero se colocaban partes de la planta de marihuana y, sobre ellas, las piedras previamente calentadas al fuego. El humo producido subía y era inhalado sin la utilización de otro artilugio para ello, ya que se sabe que las pipas para fumar no estuvieron presentes en esta zona hasta varios siglos después. Por su localización en las tumbas, se cree que se trataba de un uso ritual y místico llevado a cabo durante los enterramientos.
Estas son las primeras pruebas fiables del uso de la marihuana en la antigüedad como sustancia psicoactiva. Hasta el momento, sin embargo, había referencias de su utilización como alimento, como materia prima de la que obtener fibras con las que confeccionar tejidos, y de su uso para la extracción de aceite. Se cree que la marihuana era cultivada para todos estos diferentes usos hace no menos de 3500 años en toda la zona del este asiático.
En Turfán, el descubrimiento de una tumba con casi un kilogramo de semillas de cannabis y hojas pulverizadas, demostraría que el consumo de marihuana en aquel momento histórico era relativamente popular para fines rituales y medicinales.
Estamos hablando, en este caso y sorprendentemente, de plantas con una antigüedad de casi 3.000 años, que presentan altísimos niveles de CBD. El CBD, también conocido como cannabidiol, es el segundo componente del cannabis en abundancia. Se trata de un cannabinoide que no es psicoactivo, no es tóxico y no crea adicción, y es muy valorado por sus propiedades terapéuticas.
Se cree que las especiales condiciones atmosféricas de la zona provocaron que esta variedad de cannabis contara con una concentración mayor del habitual de CBD, del mismo modo que las encontradas en Jirzankal presentaban una mayor presencia de thc. El THC, también conocido como tetrahidrocannabinol, es el principal componente psicoactivo del cannabis y, al contrario que el CBD, puede alterar la percepción y afectar al estado de ánimo. Se desconoce hasta el momento si esta variedad especialmente potente de marihuana fue fruto de la domesticación o se encontraba silvestre en la zona.
Se han encontrado así mismo largos tallos colocados sobre los restos de un hombre en otra tumba en Jiayi, lo que hace sospechar, por su disposición, que se utilizaron a modo de sudario. Se trata de varias plantas, no menos de trece, de casi un metro de longitud. Dispuestas sobre el pecho del fallecido, su estado de conservación era considerablemente bueno, y constituye el primer caso encontrado del uso de la planta como mortaja.
Todas estas evidencias del variado uso de la planta del cáñamo en la antigüedad, así como su presencia en diferentes culturas, junto con los posteriores estudios científicos, no hacen más que corroborar los relatos clásicos, entre ellos los de Heródoto de Halicarnaso, en los que ya se plasmaba por escrito la presencia y uso del cannabis.
Fuente: EL PAÍS