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Desde hace ya varios años llevo esperando con ansia el nuevo material de la banda de San Francisco Lumerians. Parece ser que la espera va a terminar, pues dicen tener listas sus nuevas canciones.
Aquel The High Frontier (Partisan Records, 2013) me dio fuerte. Los enmascarados de la espiral supieron dar una lección de psicodelia moderna con este trabajo que resultaba excitante e inquietante por momentos. Un disco con un groove delicado y frágil, que se masca poco a poco, con riffs en bucle y ritmos exóticos que saben tejer bien para llevarnos a un ambiente absorbente, pero sin caer en el tedio de la repetición. Todos estamos invitados a la fiesta de Lumerians, con un uso de los elementos electrónicos que difieren de los clásicos teclados añejos de los sesenta y setenta. Todo está construido para que el loop interno de las canciones nos atrape y nos sumerjamos en temas como “Dogon Genesis”.
Cuando toca pinchar, hay que poner esta canción. Tiene ese aire de psicodelia de toda la vida pero arropado por unos elementos electrónicos actualizados que sirven para pintar con ruidos raros la atmósfera, pero también para darle una profundidad rítmica. Esa repetición continua de estos elementos, nos hará meternos en el tema en cuestión y cuando estás flotando, la canción sabe cambiar de dinámicas para llevarnos a otro nivel. Si perciben la mirada led de la banda californiana, siéntanse afortunados, sabrá guiarles hasta bonitos y turbadores lugares.
Los Espíritus- El Palacio
Recuerdo cuando hace 20 años uno tenía sus quince o veinte discos favoritos y sabía todo acerca de ellos: el color, olor y sabor de las canciones. Revisando mis archivos para poner en nuestra Ruidoteca, me doy cuenta de la cantidad de música que se puede acumular en estas casi dos primeras décadas del siglo XXI.
Ante esa avalancha de bandas de todo tipo siempre me pregunto por qué llega tan poco material contrastado a España desde Sudamérica, en comparación con la música anglosajona. Aún así, desde hace un tiempo, uno posee su rincón para la música del continente hermano, ya que tiene ciertos matices que la hacen única y especial. Me meto en la carpeta 2015/Sudamérica. Hace una eternidad si atendemos a los patrones de aceleración global de todos los ámbitos. Un nombre resalta sobre los demás. Ese año descubrí a la banda argentina Los Espíritus y su disco Gratitud (Autoeditado, 2015). Tras devorar este segundo trabajo, la banda bonaerense reeditó su primer disco homónimo, que raya también a gran a altura. Si es cierto que le falta un tema como “El Palacio”, el que archivamos en nuestra biblioteca atemporal.
Durante este Gratitud veremos cómo el poso indígena se mezcla con rock, psicodelia, blues y folk con letras que discurren tanto por ambientes urbanos como por entornos más rurales. La banda de Maxi Prietto recuerda a unos Doors en versión andina, siempre moviéndose entre temas luminosos y otros más oscuros como “El Palacio”.
Escuchar este tema nos hará cabalgar la serpiente por el desierto de Atacama, mientras Los Espíritus actúan como chamanes del blues. Ese vínculo folk del blues y el folclore indígena se dan la mano en esta canción y a lo largo de muchos pasajes del disco. En nuestro tema en cuestión convergen estos elementos para darnos todo un trance chamánico donde las congas y timbales marcan las hipnosis por la que penetran esos vientos andinos, mientras la oscuridad del rock más blusero impregna todo con su presencia para abrir las puertas de ese palacio a donde todos los muertos van.