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La Sociedad Rastafari de Kenia (RSK) ha presentado una causa ante la Corte Suprema de Kenia para que la ley de este país permita a los miembros de esta religión consumir marihuana por motivos religiosos.
Según adelanta el diario keniano The Star, la causa tiene como objetivo suspender la aplicación de la Sección 3 de la Ley sobre drogas narcóticas de este país, aprobada en 1994 que contempla condenas de hasta diez años de cárcel por posesión de cannabis para consumo propio.
“El uso de cannabis está prohibido por la Sección 3 de la Ley de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, pero la manifestación de su religión goza de protección constitucional”, explicó el abogado de la asociación, Shadrack Wambui, en una entrevista publicada en la web de la televisión keniana K24TV.
La justicia de Kenia reconoció a los rastafaris como grupo religioso en 2019, a raíz del caso de una estudiante que fue expulsada de su instituto por negarse a cortarse las rastas.
“Llevar rastas es su forma de profesar su fe y está mal obligarla a afeitarse, lo que va en contra de su religión”, afirmó el juez en la sentencia, según publicaba entonces La Vanguardia.
El consumo de marihuana, para los rastafaris, es parte de su ritual religioso considerado un «sacramento» para facilitar la conexión entre los rastafaris y su “creador todopoderoso», esta planta es usada para fines ceremoniales, medicinales y culinarios y sin embargo, sigue siendo perseguido en el país. Desde la RSK denuncian que sus miembros son detenidos y llevados a juicio por cultivar y consumir cannabis en espacios privados como parte de sus rituales y consideran que esta prohibición viola su libertad religiosa, argumentado que el uso de la planta ya aparece recogido en el libro sagrado de los rastafaris, el “Holy Piby”.
La relación de los rastafaris con el cannabis deriva de una teoría que afirma que en la tumba del rey Salomón se encontraron restos de esta planta, conocida en Kenia con diversos nombres entre los que figuran bhang, holyherb, tire, ndom o gode.
Según afirma Mwendwa Wambua, portavoz de esta asociación, en su grupo religioso el cannabis se usa únicamente en sesiones de meditación. “La marihuana generalmente se usa en una pipa o se quema como incienso que acompaña a las alabanzas de ‘Ises’ a ‘Jah’, y siempre se recita o canta una breve oración antes de que se queme como incienso durante las oraciones”, explica Wambua.
El rastafarismo surgió en Jamaica en el siglo XX, donde el consumo de cannabis por motivos religiosos está permitido para los creyentes de esta religión desde 2015, aunque solo en zonas designadas como lugares de oración rastafari. Para las personas que no profesan esta religión, el castigo por posesión de hasta dos onzas de cannabis —56,6 gramos— es una multa de 500 dólares jamaicanos, que son poco más de 2,70 euros.
Etiopía, lugar sagrado para los rastafaris y origen de la religión desde que Ras Tafari fue coronado como su emperador con el nombre de Haile Selassie en 1930, lo que hacía de Etiopía el verdadero Zion (la Tierra prometida) a la que muchos -descendientes de esclavos africanos forzados a trabajar en plantaciones azucareras- anhelaban regresar. El consumo de cannabis es ilegal incluso en la ciudad de Shashamane, ciudad que el emperador Selasie legó a los rastafaris que llegaron de todo el mundo tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. Allí la posesión de cannabis puede tener un castigo de hasta seis meses de cárcel además de una multa.